ENTRE MALAYOS, CHINOS E INDIOS
Nuestra entrada por mar a Malasia nos dejó en la isla de Pulau Langkawi, centro de un fastuoso negocio turístico, pleno de resorts y hoteles de lujo. Soportamos allí sólo un día, y volvimos a embarcarnos para cruzar a otra isla que nos resultaba más interesante: Pulau Penang.
En Penang nos encontramos con otra faceta del país, más acorde con su realidad histórica y cultural. Su capital, la ciudad de George Town, recientemente incluida en el listado del Patrimonio Mundial de la UNESCO, es una ciudad relativamente antigua donde conviven en cierta armonía (cosa difícil en otras partes del mundo no tan lejanas) colectividades étnica, cultural y religiosamente muy diferentes, siendo las más numerosas los malayos islámicos, los chinos y los indios, estos últimos tanto musulmanes como hinduístas.
Nos alojamos en el bullicioso barrio chino, poblado por descendientes de las distintas olas de inmigración; algunas tan antiguas como la visita del famoso almirante chino Cheng Ho en el siglo XV; otras más recientes e impulsadas durante la colonización británica que incorporó trabajadores inmigrantes a las plantaciones de caucho y a las minas de estaño. La fusión de los chinos con los malayos dio como resultado una curiosa cultura mixta llamada los baba nyonya. También son importantes las comunidades de hindúes, concentrados en el barrio conocido como Pequeña India, donde en cuatro cuadras se tiene una muestra de la multitudinaria vida hindú, aunque bastante más prolija y menos pobre que la original (por lo menos, en lo que conocimos en nuestro paso por aquel país).
Los malayos, por su parte, son mayoritariamente musulmanes, pero su islamismo no nos resultó tan radical como en algunos lugares del Medio Oriente. Las mujeres musulmanas malayas visten ocultando sus cabellos y casi todo su cuerpo, pero por otra parte tienen bastante vida pública.
En Penang comenzó la historia de la colonización inglesa con la llegada en 1786 de un representante de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales, Francis Ligth. Los ingleses se instalaron en la isla gracias a un acuerdo con el sultán cuya contrapartida (la protección de otras zonas contra la agresión externa y el pago de un dinero anual) incumplieron sucesivamente. Con los ingleses, la isla pasó a ser un importante centro comercial y el punto desde el cual la Compañía se expandió por la región. A mediados del siglo XIX toda Malasia estaba en poder de los ingleses, que desarrollaron una política de acuerdos con los sultanes por la cual éstos conservaban sus privilegios a cambio de colaboración. La Segunda Guerra Mundial trajo el comienzo del fin de la colonia, con la ocupación japonesa de toda la región. La independencia tardó unos años más, llegando recién en 1957, luego de que Inglaterra se asegurara la derrota de la insurrección comunista que aquí como en otros países asiaticos se había expandido por aquellos tiempos.
Después de dos días conociendo esta interesante ciudad, visitando museos y templos chinos, hindúes y malayos, degustando comida china y de la península, partimos rumbo al continente, para hacer los algo más de 400 km. hasta la capital Kuala Lumpur.
Ver las fotos de la entrada a Malasia por Pulau Langkawi y de la estadía en George Town, capital de la isla de Pulau Penang.
RUMBO A LA CAPITAL DEL PAIS
El tramo hasta la ciudad más grande e importante del país fue tranquilo, a pesar de la repetida lluvia que tuvimos que soportar, especialmente por las tardes, a veces en forma extremadamente violenta. Las rutas continuaron siendo, como en Tailandia, autopistas de reciente construcción, por donde anduvimos con tranquilidad.
Salimos de Penang en un ferry lleno de motocicletas que nos dejó en el continente, donde reanudamos la pedaleada. Enseguida el terreno se apartó de la costa y con ello aparecieron algunas subidas y montañas que tuvimos que cruzar. El paisaje era de un verde apabullante, aunque se trataba mayormente de plantaciones de caucho o de palmeras para la producción de aceite de palma y cocos. En nuestro primer día llegamos empapados a la ciudad de Taiping, con población mayoritariamente china. Afortunadamente no tuvimos que dar muchas vueltas para encontrar un hotel de aspecto imponente pero (considerando que incluía agua caliente, hasta ese momento un bien escaso) relativamente barato, y con restaurante chino incluido.
Ipoh, una de las ciudades más grandes del país fue nuestra siguiente parada, cien kilómetros más adelante. Antes de llegar, debimos hacer un ascenso de 12 km. cuando la autopista bordeó la cordillera central que recorre la península como un espinazo y que se eleva notablemente al entrar a Malasia.
Nos llevó otros dos días llegar a Kuala Lumpur, la ultramoderna capital. Vimos el deslumbrante espectáculo de decenas de rascacielos de reciente construcción asomarse después de la última subida antes de entrar a la ciudad, entre ellos las famosas torres gemelas Petronas que, entre su inauguración en 1996 y el año 2003, fueron las más altas del mundo, superadas solo en estos últimos años por dos edificios chinos. Entramos a la ciudad al ocaso, pedaleando bajo la estructura de ciencia ficción del monorriel, un trencito que, como su nombre lo indica, se desliza sobre un solo riel a unos 20 metros del suelo, y viendo en el horizonte a las brillantemente iluminadas torres Petronas.
Ver las fotos del trayecto entre George Town y Kuala Lumpur.
NUESTRA ESTADIA EN KUALA LUMPUR Y LA HISTORIA RECIENTE DE MALASIA
En Penang nos encontramos con otra faceta del país, más acorde con su realidad histórica y cultural. Su capital, la ciudad de George Town, recientemente incluida en el listado del Patrimonio Mundial de la UNESCO, es una ciudad relativamente antigua donde conviven en cierta armonía (cosa difícil en otras partes del mundo no tan lejanas) colectividades étnica, cultural y religiosamente muy diferentes, siendo las más numerosas los malayos islámicos, los chinos y los indios, estos últimos tanto musulmanes como hinduístas.
Nos alojamos en el bullicioso barrio chino, poblado por descendientes de las distintas olas de inmigración; algunas tan antiguas como la visita del famoso almirante chino Cheng Ho en el siglo XV; otras más recientes e impulsadas durante la colonización británica que incorporó trabajadores inmigrantes a las plantaciones de caucho y a las minas de estaño. La fusión de los chinos con los malayos dio como resultado una curiosa cultura mixta llamada los baba nyonya. También son importantes las comunidades de hindúes, concentrados en el barrio conocido como Pequeña India, donde en cuatro cuadras se tiene una muestra de la multitudinaria vida hindú, aunque bastante más prolija y menos pobre que la original (por lo menos, en lo que conocimos en nuestro paso por aquel país).
Los malayos, por su parte, son mayoritariamente musulmanes, pero su islamismo no nos resultó tan radical como en algunos lugares del Medio Oriente. Las mujeres musulmanas malayas visten ocultando sus cabellos y casi todo su cuerpo, pero por otra parte tienen bastante vida pública.
En Penang comenzó la historia de la colonización inglesa con la llegada en 1786 de un representante de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales, Francis Ligth. Los ingleses se instalaron en la isla gracias a un acuerdo con el sultán cuya contrapartida (la protección de otras zonas contra la agresión externa y el pago de un dinero anual) incumplieron sucesivamente. Con los ingleses, la isla pasó a ser un importante centro comercial y el punto desde el cual la Compañía se expandió por la región. A mediados del siglo XIX toda Malasia estaba en poder de los ingleses, que desarrollaron una política de acuerdos con los sultanes por la cual éstos conservaban sus privilegios a cambio de colaboración. La Segunda Guerra Mundial trajo el comienzo del fin de la colonia, con la ocupación japonesa de toda la región. La independencia tardó unos años más, llegando recién en 1957, luego de que Inglaterra se asegurara la derrota de la insurrección comunista que aquí como en otros países asiaticos se había expandido por aquellos tiempos.
Después de dos días conociendo esta interesante ciudad, visitando museos y templos chinos, hindúes y malayos, degustando comida china y de la península, partimos rumbo al continente, para hacer los algo más de 400 km. hasta la capital Kuala Lumpur.
Ver las fotos de la entrada a Malasia por Pulau Langkawi y de la estadía en George Town, capital de la isla de Pulau Penang.
RUMBO A LA CAPITAL DEL PAIS
El tramo hasta la ciudad más grande e importante del país fue tranquilo, a pesar de la repetida lluvia que tuvimos que soportar, especialmente por las tardes, a veces en forma extremadamente violenta. Las rutas continuaron siendo, como en Tailandia, autopistas de reciente construcción, por donde anduvimos con tranquilidad.
Salimos de Penang en un ferry lleno de motocicletas que nos dejó en el continente, donde reanudamos la pedaleada. Enseguida el terreno se apartó de la costa y con ello aparecieron algunas subidas y montañas que tuvimos que cruzar. El paisaje era de un verde apabullante, aunque se trataba mayormente de plantaciones de caucho o de palmeras para la producción de aceite de palma y cocos. En nuestro primer día llegamos empapados a la ciudad de Taiping, con población mayoritariamente china. Afortunadamente no tuvimos que dar muchas vueltas para encontrar un hotel de aspecto imponente pero (considerando que incluía agua caliente, hasta ese momento un bien escaso) relativamente barato, y con restaurante chino incluido.
Ipoh, una de las ciudades más grandes del país fue nuestra siguiente parada, cien kilómetros más adelante. Antes de llegar, debimos hacer un ascenso de 12 km. cuando la autopista bordeó la cordillera central que recorre la península como un espinazo y que se eleva notablemente al entrar a Malasia.
Nos llevó otros dos días llegar a Kuala Lumpur, la ultramoderna capital. Vimos el deslumbrante espectáculo de decenas de rascacielos de reciente construcción asomarse después de la última subida antes de entrar a la ciudad, entre ellos las famosas torres gemelas Petronas que, entre su inauguración en 1996 y el año 2003, fueron las más altas del mundo, superadas solo en estos últimos años por dos edificios chinos. Entramos a la ciudad al ocaso, pedaleando bajo la estructura de ciencia ficción del monorriel, un trencito que, como su nombre lo indica, se desliza sobre un solo riel a unos 20 metros del suelo, y viendo en el horizonte a las brillantemente iluminadas torres Petronas.
Ver las fotos del trayecto entre George Town y Kuala Lumpur.
NUESTRA ESTADIA EN KUALA LUMPUR Y LA HISTORIA RECIENTE DE MALASIA
Visitando los museos de Penang y posteriormente de Kuala Lumpur encontramos repetida una versión bastante autocomplaciente de la historia del país. En esa versión casi de libro de lectura de escuela primaria, la lucha por la merdeka (independencia) aparece sin conflicto, salvo la llamada "emergencia", la insurrección comunista luego de la Segunda Guerra Mundial. Malasia consiguió ser independiente el 31 de agosto de 1957, y desde ese entonces está gobernada por una alianza entre partidos que representan a las tres principales colectividades, reconociendo tanto chinos como indios la prevalecencia de los malayos, mayoritarios y originarios del lugar.
Sin embargo, profundizando un poco nos encontramos con otra realidad. El tránsito de la colonia inglesa a la Malasia independiente se dio sin aparente conflicto porque la lucha no fue entre los colonizadores y los partidos de la Alianza que luego fue la gobernante, sino entre los ingleses y los sectores aristocráticos malayos y empresariales de las otras colectividades, por un lado, y el movimiento campesino y de trabajadores mayoritariamente indios y chinos que se alineaba con los comunistas, por la otra. El nuevo gobierno terminó de derrotar militarmente a los rebeldes, reprimió ferozmente toda disidencia y consagró una sociedad donde la convivencia entre los diferentes grupos está basada en la desigualdad entre ellos. El Islam pasó a ser religión oficial del estado, el malayo y el inglés las lenguas reconocidas y el latente pogrom racial contra los no malayos una amenaza permanente.
En mayo de 1969, violentos disturbios interraciales estallaron en Kuala Lumpur, dejando como saldo cientos de muertos, casi todos de origen chino. A partir de allí, la vieja aristocracia malaya que gobernaba hasta ese entonces pasó a ser un elemento simbólico y un nuevo y pujante sector empresario ocupó los puestos más relevantes en el Estado, cambiando en las décadas siguientes la economía del país, que pasó a ser una potencia petrolera e industrial. Sin embargo, la prosperidad económica oculta una historia de privilegios y desigualdades que aún continúa.
Recorrimos la capital durante tres días esperando el momento del vuelo que nos va a sacar de Asia, el continente que recorrimos en los últimos meses. Aprovechamos para hacer también una breve visita a la ciudad histórica de Malaca, sobre los estrechos del mismo nombre, objeto de fieros combates entre malayos, portugueses, holandeses e ingleses, todos los cuales dominaron el estratégico enclave sucesivamente. Poco queda de la vieja ciudad, vestigios sueltos de la antigua grandeza, algún tramo de la fortaleza portuguesa (A famosa), el Stadthuys, la sede de la administración colonial holandesa y algunas iglesias. Pero la ciudad toma vida al entrar al barrio chino, donde conviven templos confusionistas y taoístas con mezquitas, templos hindúes y viejas calles repletas de comercios.
Lo que sigue, después de estos días en Kuala Lumpur y Malaca, es una corta visita, aprovechando una escala en el vuelo hacia Chile, a Nueva Zelanda. Luego, sólo nos queda el tramo final de este viaje, el regreso a Buenos Aires cruzando los Andes y las pampas.
Sin embargo, profundizando un poco nos encontramos con otra realidad. El tránsito de la colonia inglesa a la Malasia independiente se dio sin aparente conflicto porque la lucha no fue entre los colonizadores y los partidos de la Alianza que luego fue la gobernante, sino entre los ingleses y los sectores aristocráticos malayos y empresariales de las otras colectividades, por un lado, y el movimiento campesino y de trabajadores mayoritariamente indios y chinos que se alineaba con los comunistas, por la otra. El nuevo gobierno terminó de derrotar militarmente a los rebeldes, reprimió ferozmente toda disidencia y consagró una sociedad donde la convivencia entre los diferentes grupos está basada en la desigualdad entre ellos. El Islam pasó a ser religión oficial del estado, el malayo y el inglés las lenguas reconocidas y el latente pogrom racial contra los no malayos una amenaza permanente.
En mayo de 1969, violentos disturbios interraciales estallaron en Kuala Lumpur, dejando como saldo cientos de muertos, casi todos de origen chino. A partir de allí, la vieja aristocracia malaya que gobernaba hasta ese entonces pasó a ser un elemento simbólico y un nuevo y pujante sector empresario ocupó los puestos más relevantes en el Estado, cambiando en las décadas siguientes la economía del país, que pasó a ser una potencia petrolera e industrial. Sin embargo, la prosperidad económica oculta una historia de privilegios y desigualdades que aún continúa.
Recorrimos la capital durante tres días esperando el momento del vuelo que nos va a sacar de Asia, el continente que recorrimos en los últimos meses. Aprovechamos para hacer también una breve visita a la ciudad histórica de Malaca, sobre los estrechos del mismo nombre, objeto de fieros combates entre malayos, portugueses, holandeses e ingleses, todos los cuales dominaron el estratégico enclave sucesivamente. Poco queda de la vieja ciudad, vestigios sueltos de la antigua grandeza, algún tramo de la fortaleza portuguesa (A famosa), el Stadthuys, la sede de la administración colonial holandesa y algunas iglesias. Pero la ciudad toma vida al entrar al barrio chino, donde conviven templos confusionistas y taoístas con mezquitas, templos hindúes y viejas calles repletas de comercios.
Lo que sigue, después de estos días en Kuala Lumpur y Malaca, es una corta visita, aprovechando una escala en el vuelo hacia Chile, a Nueva Zelanda. Luego, sólo nos queda el tramo final de este viaje, el regreso a Buenos Aires cruzando los Andes y las pampas.